La vid es un arbusto caducifolio que pertenece a la familia de las Vitáceas. Se encuentra distribuida por el centro y sureste de Europa y suroeste de Asia. Es una planta leñosa con el tronco retorcido y la corteza rugosa. Las hojas son palmeadas con lóbulos muy dentados. En los tallos, frente a la base de las hojas, aparecen unas estructuras alargadas, los zarcillos, que se enroscan alrededor de los obstáculos que encuentran. Las flores son pequeñas y de color verde, y cuelgan en racimos. Los frutos son globosos y están recubiertos de un polvo fino y blanco, son las uvas. La vid tiene gran importancia económica ya que su fruto se utiliza para hacer distintos tipos de vino.
Uva es el nombre que se da al fruto de algunas especies que pertenecen al mismo orden que la familia de las Ramnáceas y, en especial, al de ciertas vides y enredaderas. En Europa, la uva se cultiva desde la prehistoria; se han hallado semillas en yacimientos de asentamientos lacustres de la edad del bronce de Suiza e Italia y en tumbas del antiguo Egipto. Los botánicos creen que el origen de la uva cultivada en Europa está en la región del mar Caspio. La dispersión de las semillas por las aves, el viento y el agua difundió la planta hacia el oeste, hasta las costas asiáticas del Mediterráneo. El cultivo de la vid, practicado en Palestina en tiempos bíblicos, se extendió por el Mediterráneo de la mano de marineros fenicios. Los antiguos griegos cultivaban la vid, y más tarde los romanos continuaron con esta práctica y la extendieron por sus colonias.
La vid se cultiva ahora en las regiones cálidas de todo el mundo, en especial en Europa occidental, los Balcanes, California, Australia, Sudáfrica, Chile y Argentina. Se introdujo en la costa oriental de América del Norte en la época colonial, pero el intento fracasó a consecuencia de los ataques de parásitos y las enfermedades. Más tarde se obtuvieron variedades resistentes, como Concord y Delaware, fruto de la hibridación de la vid europea con especies norteamericanas. Estas uvas de la región atlántica de América del Norte se caracterizan por la presencia de una capa jugosa entre la piel y la pulpa del fruto que facilita la separación de aquélla.
Las variedades de uva se clasifican atendiendo a su uso final. Las destinadas a la elaboración de vino de mesa deben presentar acidez relativamente alta y un contenido moderado en azúcares; las uvas usadas para elaborar ciertos vinos dulces han de ser ricas en azúcares y algo ácidas. La uva de mesa ha de tener acidez baja y ser pobre en azúcares, así como cumplir ciertas normas en cuanto a tamaño, color y forma. Las uvas usadas para preparar jugos y jaleas tienen sabor intenso, acidez elevada y contenido moderado de azúcares. Las uvas pasas más apreciadas son las obtenidas a partir de variedades sin semillas, de acidez baja y ricas en azúcares. Las variedades europeas se consideran superiores a las del este estadounidense para elaborar vinos de mesa, como frutos de mesa y para elaborar pasas, mientras que las variedades norteamericanas se prefieren para obtener jugos y jaleas. Dentro de las numerosas variedades españolas que se utilizan para la elaboración de vinos, destacan: Palomino, Macabeo, Malvasía y Garnacha blanca, para los vinos blancos; y para la elaboración de vinos tintos, las más utilizadas son: Garnacha tinta, Cariñena, Tempranillo, Tintorera y Cencibel, entre otras.
Las parras son tallos que trepan a lo largo de muros y vallas por medio de órganos especializados llamados zarcillos. Las hojas, de nerviación palmada, aparecen opuestas sobre las ramas. En casi todas las variedades, los zarcillos se disponen en posición opuesta cada dos o tres hojas sucesivas. Las flores, por lo general verdosas, forman racimos unisexuales; a veces, cada pie de planta lleva solo flores masculinas o femeninas. El fruto se forma en vides de dos años, que se corta después de la recolección.
La plantación de viñedos comerciales suele iniciarse en primavera a partir de injertos de raíz o de esqueje de un año. Las raíces se recortan a una longitud comprendida entre 7,5 y 10 cm., y las vides se plantan a una distancia de 2,4 a 3 m. Más adelante se podan todos los brotes salvo el más vigoroso, que se recorta de modo que solo queden dos o tres yemas. Esta operación se repite en primavera durante los dos años siguientes. La planta que se obtiene forma un tallo principal fuerte, semejante a un tronco pequeño, antes de que se le deje fructificar. Estos tallos vigorosos se mantienen erguidos sin necesidad de soportes. Cuando se extiende, la vid se sujeta a un tutor vertical de 2 m o más. Al alcanzar la fase de fructificación, se podan las vides con cuidado para reducir el número de yemas, pues los brotes que nacen de las yemas restantes son más prolíficos y forman uvas de mejor calidad. La uva está expuesta al ataque de gran número de insectos parásitos y de enfermedades, las más corrientes de las cuales son la podredumbre negra, el mildiu y la filoxera.